Vida de Horacio, de Mercedes Halfon (Las afueras) | por Israel Paredes Badía

Mercedes Halfon | Vida de Horacio

En El trabajo de los ojos (Las afueras, 2019), Mercedes Halfon hablaba de su estrabismo para, en realidad, hablar sobre la mirada; en Diario pinchado (Las afueras, 2021), una mujer -alter ego de Halfon o la propia Halfon, poco importa- daba forma a un dietario sobre su estancia en Berlín y su sensación de extranjería y su relación con su novio como forma de hablar de la creación, de la poesía y de la relación de esta, y de cualquier tipo de creación, con la realidad. En su nuevo libro, Vida de Horacio (Las afueras, 2023), Halfon sigue lo emprendido en aquellos libros y, a su vez, toma nuevos caminos narrativos y expresivos, para hablar, y narrar, a su padre, a la par que lanzar una mirada hacia la historia de Argentina y asomarse a su propio presente como madre y escritora.

Más allá del evidente interés de Halfon por mezclar la ficción y la no ficción o, como poco, de mostrar poco interés en dejar claro qué hay de una y de otra en sus páginas, Vida de Horacio transita el terreno de la literatura íntima -que no intimista; como en sus dos anteriores trabajos de prosa- que, en esta ocasión, toma una forma diferente: al comenzar, aclara: “Hace algunos años empecé a grabar a mi padre. No sé bien por qué lo hice”. Pero lo hizo y durante las páginas de Vida de Horacio Hlafon intercala, a través de capítulos breves, en una estructura fragmentada con idas y venidas en el tiempo que tiene como protagonista a Horacio Halfon, padre de la autora, profesor de Historia con amplia experiencia docente y laboral en escuelas públicas, peronista, y hombre enigmático y cambiante como el propio país al que pertenece y que Halfon, hija, se ocupa de ir narrando a través de las experiencias paternales y de sus recuerdos. A la par, en ocasiones, Halfon se detiene para reflexionar sobre su relación con su hija, convirtiendo esos fragmentos narrativos en piezas de un complejo puzle que Halfon arma con una enorme precisión a pesar de las digresiones -nunca ampulosas- y llena de desvíos que, sin embargo, siempre acaban llevando al centro de la narración, Horacio. La narradora-hija intenta explicar al padre, y entenderle, pero ante todo quiere que su voz, procedente de esas grabaciones, se exprese con total libertad para comprender de donde viene ella, cuál es su pasado, y cuál es, y de qué forma es, su país. Una manera, evidente, de conocer y entender mejor su presente. Y a ella misma.

Halfon convierte a su padre en un personaje literario que acaba revelando al real, al histórico, cuando esa voz grabada intenta recuperar momentos del pasado que pueden ser tanto el relato de su presencia durante el regreso de Perón a Argentina o su actividad política, como las vacaciones que pasaban en familia o cuando enseñó a su hija a conducir. El gran marco histórico y el más cercano, el más íntimo, se dan la mano en un todo en el que Halfon se mueve sin un aparente orden estructural, con continuos incisos e interrupciones que aportan detalles, que ahondan en los recuerdos y en las experiencias personales en un trabajo de gran libertad expresiva y creativa con el tiempo del relato, o de los relatos: Halfon introduce el pasado en el presente sin necesidad de forzar la intersección ni de remarcarlo, tan solo poniendo de relieve que la presencia de su padre en su vida, de Horacio, devenido en testigo de excepción de una vida, la suya, y de un tiempo particular de su país, crea esa convergencia de la que ella es parte y por tanto, también lo será su hija. Halfon, así, lograr transitar elementos concretos, particulares, para convertirlos en algo más universal, más general, algo que hace de Vida de Horacio no un libro especialmente novedoso en su planteamiento y desarrollo, pero sí magnífico en su capacidad para crear una poética narrativa con voz propia y personal.

Al final de Vida de Horacio, la narradora debe leer parte de esta historia, todavía sin terminar. La primera experiencia de esta narración se produce oralmente, como lo hace en su inicio, con la grabación de los recuerdos de su padre. Y ese relato oral acaba transformado en literatura a través de un trabajo literario que va más allá de lo memorístico, o no se queda allí, para seguir, como en sus dos anteriores trabajos, ahondando desde la sencillez y el cuidado del detalle y de cada pasaje en las posibilidades de la escritura para fabular a partir de la realidad. Así, Vida de Horacio gravita alrededor de la figura de un padre que deviene en el centro de una narración que se despliega hacia otros espacios y tiempos, pasados y presentes, para comprender todos, para narrarlos todos. Porque, como escribe Halfon, “escribir es siempre el reverso de otra cosa”.


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